En los últimos años hemos trabajado mucho en las políticas orientadas a misión, que son un paso adelante respecto a las políticas centradas en la generación de tecnología
¿Os acordáis de mi horrible experiencia con el Prius de TECNALIA? Después de leer mi artículo un compañero me hizo notar que, siendo nosotros tecnólogos, no quedaba bonito que despotricáramos contra la tecnología en un blog de empresa. Y pensé que tenía razón, que nosotros deberíamos ser quiénes diéramos ejemplo, así que aproveché la jubilación de mi viejo Passat y me compré un híbrido.
Y fue genial. Y como todo estaba saliendo bien, me vine arriba y decidí solicitar la ayuda de una administración pública a la compra de coches híbridos. Total, ya había hecho lo más difícil, ¿qué podía salir mal?
Todo lo que podía salir mal, salió mal. Cometí todos los errores posibles, todos los improbables y hasta alguno imposible. Lo conseguí después de once meses de proceso; dos certificados digitales distintos para las tres entidades públicas con las que tuve que interactuar; y media docena de paseos en persona a las sedes de gobierno correspondientes para acreditar que era yo la que solicitaba las firmas (aunque confieso que la mitad de los paseos me los habría ahorrado si hubiera sabido que hay que usar la misma máquina y el mismo navegador –excepto un navegador en concreto que no funciona nunca– para usar el mismo certificado).
Cuando conseguí acabar el proceso pensé en mi compañero, y en su consejo de dar ejemplo. Y me pregunté: “¿en serio la gente normal es capaz de hacer esto y terminarlo?” Continuar leyendo